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Una de las características más llamativas del romance andalusí es el no haberse escrito en alfabeto latino, pese a provenir del latín. Los andalusies consideraban que el romance no era más que la "pronunciación" del latín literario, por lo que siguieron escribiendo en latín. Cuando necesitaron representar fonéticamente una palabra romance recurrían al alifato hebreo (en las comunidades judías) o al árabe, más generalizado. Algo similar ocurrió con el rumano. Al estar aislado entre lenguas eslavas, utilizó el alfabeto cirílico hasta 1989 (en el caso de Moldavia) Los sistemas de escritura árabe y hebreo se crearon para lenguas semíticas, muy diferentes fonéticamente de las indoeuropeas, por lo que no se adaptó demasiado bien al romance andalusí. En el caso del hebreo fue más sencillo, pero el árabe organizó auténticas piruetas gráficas para representar los sonidos latinos. De hecho, fue gracias a los escritos romances en hebreo que se pudo descubrir, pues era mucho más sencillo de entender.
Primer texto en romance andalusí y primera poesía en cualquier lengua romance. "tnt amary tnt amary/anfrmirwn wlyws jids": tantu amari, tantu amari, enfermeron uellos jidos"
Aún así, No podemos hablar de una ortografía ni remotamente. Quizá de una proto-ortografía, en la que hubo determinadas pautas, pero que cada escritor realizó como buenamente quiso. También hay que reconocer que ninguna lengua romance había fijado su ortografía en la alta edad media, se escribise en el alfabeto que se escribiese. Además, un mismo sonido podía representarse por medio de varias letras y una misma letra, representar varios sonidos.
Desde los primeros estudios se ha romanizado de diferentes maneras. Los pioneros recurrieron a la ortografía castellana y ya actualmente se ha optado por el alfabeto fonético.
Nosotros utilizamos el sistema de trascripción andalusí. Los andalusíes en unas cuantas ocasiones utilizaron el alfabeto latino con intención fonética. Por ejemlplo, en las crónicas mozárabes se escribieron los nombes árabes tal y como sonaban. El documento más importante con escritura latina fonética fue la Tabla astrológica bilingüe de la Universidad de París. En este documento se escribieron palabras y frases en árabe y su trascripción en alfabeto latino. Esta ortografía (o, más bien pautas o proto-ortografía, porque varía incluso dentro del mismo documento) es idéntica a la del resto de lenguas romances anteriores a la reforma ortográfica carolingia.
Texto en latín y letra visigoda, que ya se comenzó a adaptar a los cambios fonéticos. Desde el reino franco y el renacimiento carolingio se produjo una revisión de la escritura que se fue exportando gracias a las órdenes cluniacenses que es la base de las escrituras de las lenguas romances occidentales. La pronunciación de estas trascripciones andalusíes son aún las propias de la escritura visigótica, la manera de escribir desplazada por la carolingia. Con este sistema hemos escrito la edición de El principito.
Tras la conquista de Granada y la desaparición total de Al-Ándalus, los lexicógrafos adaptaron el árabe (y sus numeroros romancismos) a la ortografía del castellano del momento. En el siglo XIX aún se utilizaba y el Glosario de Simonet se sirvió de esta grafía. Aunque la fonética y ortografía actual ha variado bastante de la de entonces, es más intuitiva de entender, puesto que se parece a las actuales del catalán, asturiano o gallego. Las principales diferencias son que la ll, la x y la j se pronuncian como en catalán y ç representa /ts/
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